18 septiembre 2016

‘En busca de nada’, mi segunda novela

Años sesenta del siglo pasado. Un barrio bajo en las afueras de Madrid. Chabolas, descampados, droga, delincuencia, miseria material y moral. Javier ha nacido en ese entorno al comenzar la década. Es hijo de un obrero pero vive en la séptima planta de un rascacielos, lo que, dentro del ambiente deprimido del barrio, supone un pequeño peldaño que lo eleva sobre las calles encharcadas que puede contemplar desde su terraza. Se hace novio de Joaquina, una chica que vive en una casa baja. Joaquina tiene un carácter decidido y equilibrado, y Javier se enamora de ella. Pero la relación encalla cuando, durante una breve ruptura con Javier, Joaquina se queda embarazada a causa de una violación. Su familia se la lleva a Barcelona, y Javier se queda abatido.
La vida sigue, y Javier trata de buscar consuelo en Charo, la novia de Rafa, su mejor amigo, heroinómano y sumamente bondadoso. Ese triángulo tiene consecuencias irremediables. En los años sucesivos, Javier pasa por una serie de relaciones amorosas, consecutivas o simultáneas. Pero en todas ellas lo que en realidad está buscando es a Joaquina, su paraíso perdido. En la edad adulta, Javier logra salir del barrio y prospera hasta una posición de clase media, pero lleva el barrio metido en las venas. A lo largo de la novela aparecen personajes violentos: violencia política, violencia callejera y, sobre todo, la violencia sorda y ciega que no escapa del interior de las casas, que queda reservada a la intimidad familiar.
Javier mismo es un personaje violento. No hace más que reproducir lo que ha visto. Pero encauza esa violencia interna, junto a su decepción con los demás y consigo mismo, a través de una actitud escéptica. Trata de no tomarse en serio, o no demasiado en serio, los reveses que recibe y los que da. Pasa por situaciones que para alguien más apegado a eso que se llama valores serían insostenibles, pero él sortea los dilemas afectando desdén moral. Tiene un amigo que es un asesino y otro que acaba siendo una víctima, y se niega a escoger. A fin de cuentas, Javier no sale bien parado. Tampoco en el nihilismo ha encontrado respuesta. En 2014 viaja a Barcelona, aparentemente en busca de Joaquina. Pero se encuentra con algo que no podría haber sospechado.